martes, 30 de marzo de 2010




^ INTRO ^
Todos los umbrales, antes de avanzar,
deben mirarse,
deben vigilarse,
pues nunca se sabe qué enemigos
se sientan en los bancos.

¡Salud a quienes dan! Un huésped ha entrado,
¿dónde ha de sentarse?
Mucha prisa tiene quien junto al hogar
quiere mostrar su fama.

Fuego necesita el que ha entrado
con las rodillas heladas;
comida y ropas precisa ese hombre
que viajó por las montañas.

Agua necesita el que viene al festín,
toalla y bienvenida;
buen talante, si lo puede haber,
y silencio atento.

Arte necesita quien mucho viajó,
fácil resulta en casa;
risible resulta aquel que no sabe
y se sienta entre sabios.

De su sabiduría no hay que jactarse,
los juicios hay que cuidar,
el que es sabio y reservado regresará a su casa,
desgracia no alcanza al sabio;
nunca encuentra el hombre amigo más fiel
que una gran inteligencia.

El huésped precavido que llega al banquete,
que calle y escuche;
sus oídos escuchan, sus ojos observan,
así atiende el hombre sabio.

Siempre es feliz quien por sí mismo tiene
alabanza y saber en su vida;
porque mal consejo se recibe menudo
del pecho de otros.


"Extracto del inicio del poema Hávamál, el Discurso de Hár, La Edda poética o Edda mayor "