lunes, 23 de mayo de 2011

Reflexiones del Elfo oscuro (V)

 

  He vivido en muchos tipos de sociedades:  Todos esos lugares tienen sus propios usos y costumbres, todos tienen diferentes formas de gobierno, fuerzas sociales, iglesias y sociedades.
¿Cuál es el mejor sistema? Oiréis muchos argumentos al respecto, la mayoría basados en el grado de prosperidad, en el derecho otorgado por un dios o simplemente en el destino. 
Yo mido la excelencia de cualquier sociedad basándome únicamente en la libertad individual.

Sé de muchos reyes y reinas, y clérigos que justifican el poder que ejercen y se absuelven a sí mismos de cualquier injusticia cometida con el argumento de que los plebeyos de sus súbditos necesitan un guía. Es posible que esto sea cierto en sociedades de larga tradición, pero sólo porque después de muchas generaciones sin libertad, el pueblo se ha perdido algo esencial de su corazón y su alma; después de muchas generaciones de vivir dominados, el pueblo llano ha perdido la confianza en ser capaz de escoger su camino. Todos los sistemas de gobierno comparten una característica: arrebatan la libertad a los individuos e imponen determinadas condiciones a las vidas de cada ciudadano en nombre de la «comunidad».

Yo doy gran importancia a este concepto: «comunidad». Sin duda, los individuos que componen cualquier grupo deben sacrificarse y aceptar ciertos inconvenientes en nombre del bien común, para que la comunidad prospere. ¡Cuánto más fuertes serían las comunidades si los ciudadanos hicieran esos sacrificios de corazón, y no obligados por los edictos de los ancianos, o de los reyes y reinas!

La libertad es la clave. La libertad para quedarse o irse, para trabajar en armonía con los demás o para escoger un rumbo más individual. La libertad para ayudar en las grandes empresas o para abstenerse. La libertad para labrarse una buena vida o para vivir en la miseria. La libertad para intentar cualquier cosa o para no hacer nada.

 La libertad permite a cada uno elegir un rumbo en la vida, pero la libertad también exige que aceptemos la responsabilidad de nuestras elecciones, buenas o malas.

Drizzt Do'Urden
R. A Salvatore, - La Columna Del Mundo   /  ilustración   Todd Lockwood


No hay comentarios:

Publicar un comentario