viernes, 6 de junio de 2014

Origen de los clanes Escoceses


  Los orígenes con un fundador mitológico, siempre han sido reivindicados por los clanes, reforzando su posición y status así como una noción romántica y gloriosa de sus orígenes. La mayoría de los más poderosos clanes apuntan a orígenes basados en la mitología celta. Así por ejemplo observamos la rivalidad entre el Clan Donald, que dice descender o bien del rey Conn Cétcathach del Ulster allá por el siglo II después de Cristo, o bien de Cú Chulainn, el legendario héroe del Ulster; y los Campbell que aseguran descender de Diarmaid Torc, personaje enraizado en el ciclo de los Fenianos o de Finn mac Cumall.
 Por otra parte, como los MacKinnons o los MacGregors afirman tener un antepasado común en Alpin, misteriosos rey cuyo también misterioso hijo Kenneth mac Alpin, unió los reinos de Dál Riada y los pictos hacia el 844. Sólo una confederación de clanes, como los MacSweens, los Lamont, los MacLeys, los MacLachlan y los MacNeill, los cuales florecieron en Kintyre y Cowal a principios del siglo XII, dicen descender del poderoso rey irlandés del siglo V Niall Noígiallach (de los nueve rehenes). En realidad, los progenitores de los clanes rara vez pueden ser datados con fiabilidad más allá del siglo XI, y la continuidad en los linajes no se produce hasta los siglos XIII o XIV.
 La emergencia de los clanes poco tiene que ver con un rasgo étnico, están más asociados a giros políticos y oportunidades basadas en el momento social. La reconquista por parte de la Corona escocesa de las islas occidentales del poder noruego en el 1263, y la pacificación de las rebeliones de Moray en los siglos XIII y XIV, dio las oportunidades para que nobles, señores de la guerra e incluso poderes eclesiásticos, con la ayuda inmediata de sus acólitos, pudieran imponer su dominio sobre familias de estos lugares por vías pacíficas o por la fuerza. Aunque estos nobles y señores de la guerra pudieran ser catalogados como de origen gaélico, sus orígenes se trazan desde raíces gaélico-noruegas, bretonas, e incluso pictas. Incluso la inestabilidad que supuso las guerras de independencia con la Corona inglesa a finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, trajeron consigo un debilitamiento del poder de todos estos jefes gaélicos, permitiendo el desarrollo de familias y clanes de origen anglo-normando como los Fraser, Chisholm, los Grant y muchos otros.

 





















  

Otro punto que hizo florecer la cultura de los clanes, también durante las guerras de independencia, fue la introducción por Robert de Bruce de derechos feudales y de títulos de propiedad que concedió a los clanes por sus servicios. Grandes porciones de tierra fueron concedidas por la Corona escocesa a los jefes de clan por su ayuda contra la causa inglesa. Esto produjo que clanes como los MacDonald, fuesen elevados a un rango superior sobre otros como los MacDougall con los que compartían un mismo origen, en Somerled el gran señor de la guerra gaélico-noruego del siglo XII. El subsiguiente poderío que alcanzaron los MacDonald como Ceannard nan Eilean o Señores de las Islas durante los siguientes dos siglos, hizo oscurecer el hecho de que, al igual que sus rivales los Campbell, habían conseguido su posición no sólo por el poder de su familia y una asociación de tipo local, sino también por la entrega por parte de la Corona de una influencia territorial. Los clanes se pueden definir entonces como el producto de una asociación de familias o grupos familiares de origen común y del resultado del feudalismo. Este componente feudal, creció y se fortaleció gracias a la ley escocesa que separa la cultura de clan de la cultura tribal; así como lo que históricamente diferencia los clanes escoceses de los grupos aborígenes de África, América o Australia.


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