jueves, 25 de octubre de 2018

Lord Alfred Tennyson «La carga de la Brigada Ligera»

La carga de la brigada ligera por Thomas Jones Barker (1815-1882).

La carga de la Brigada Ligera fue una desastrosa carga de caballería británica, dirigida por lord Cardigan en el curso de la batalla de Balaclava el 25 de octubre de 1854 durante la Guerra de Crimea. Debido a una confusión en la comunicación de órdenes, la Brigada atacó la posición enemiga equivocada y perdió casi la mitad de sus efectivos (entre muertos, heridos y prisioneros) a manos de los defensores rusos. Los supervivientes de la Brigada lograron retirarse gracias a la intervención de una unidad de caballería francesa.
La carga fue llevada a cabo por la Brigada ligera (o liviana) de la caballería británica, formada por el 4º y el 13º Regimiento de Dragones ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros, el 8º y el 11º Regimiento de Húsares, a las órdenes del general lord Cardigan. Cargaron junto a la Brigada pesada, formada por el 4º Regimiento de Dragones irlandeses de la Guardia, el 5º Regimiento de Dragones de la Guardia, el 6º Regimiento de Dragones de Inniskilling y los Grises escoceses. Estas unidades eran las principales fuerzas de caballería británicas en el campo de batalla. El mando de la caballería recaía en lord Lucan.
Esta carga ha pasado a la historia como un suceso mayor en la leyenda heroica del Reino Unido y también como un ejemplo de incompetencia militar.
La Brigada Ligera fue la fuerza de caballería ligera británica. Montaba caballos ligeros, rápidos, Los hombres iban armados con lanzas y sables . Optimizados para la máxima movilidad y velocidad, estaban destinados al reconocimiento y las escaramuzas .También eran ideales para reducir unidades de infantería y artillería cuando intentaban retirarse.


«La carga de la Brigada Ligera»

“Media legua, media legua,
Media legua ante ellos.
Por el valle de la Muerte
Cabalgaron los seiscientos.

“¡Adelante, Brigada Ligera!”
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.

“¡Adelante, Brigada Ligera!”
¿Algún hombre desfallecido?
No, aunque los soldados supieran
que era un desatino.
No estaban allí para replicar.
No estaban allí para razonar.
No estaban sino para vencer o morir.
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.

Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones ante sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
cabalgaron con audacia
hacia las fauces de la Muerte,
hacia la boca del Infierno
cabalgaron los seiscientos.

Brillaron sus sables desnudos,
destellearon al girar en el aire
para golpear a los artilleros,
cargando contra un ejército,
que asombró al mundo entero:

zambulléndose en el humo de las baterías
cruzaron las líneas.
Cosacos y rusos
retrocedieron ante el tajo de los sables.
Hechos añicos, se dispersaron.
Entonces regresaron, pero no,
no los seiscientos.

Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones detrás de sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.

¿Cuándo se marchita su gloria?
¡Oh qué carga tan valiente la suya!
Al mundo entero maravillaron.
¡Honrad la carga que hicieron!
¡Honrad a la Brigada Ligera,
a los nobles seiscientos!”

Lord Alfred Tennyson(1809-1892)

El poema, publicado el 9 de diciembre de 1854 en el diario The Examiner, glorifica a la brigada: «¿Cómo podría palidecer su gloria? ¡Oh, la salvaje carga que hicieron!» al tiempo que lamenta la triste futilidad de la carga: «Sin que los soldados lo supiesen, alguien se había equivocado (…) Cargando un ejército, cuando el mundo se pregunta».​ Tennyson escribió el poema algunos minutos después de haber leído un relato de la batalla en el Times. El poema alcanza rápidamente una enorme popularidad, inclusive entre las tropas de Crimea, a las que se les distribuye en forma de panfleto.
Se especula sobre si el poema se escribió para la glorificación de la brigada, o bien como un sutil mensaje sobre los horrores de la guerra.



miércoles, 17 de octubre de 2018

Elucubraciones ( XIX )


"Pasamos nuestra vida navegando entre brumas, esperando un destello de luz que pueda proporcionar algún sentido a lo que somos."
"A diario, tomamos decisiones, unas buenas y otras malas. Y, si somos lo bastante fuertes, acarreamos con las consecuencias. Para ser sincero, no estoy seguro del todo respecto a qué quiere decir la gente cuando habla de felicidad. Hay momentos de risa y gozo, de confortante amistad, pero ¿una felicidad duradera? Si existe, no la he descubierto." 
"Puedes comprar el oro que brilla como el sol y diamantes tan fríos como la luna. Pero no puedes comprar el sol. No puedes poseer la luna."
"Nunca puede comprarse nada que tenga verdadero valor. El amor, la amistad, el honor, el valor o el respeto. Todas esas cosas tienen que ganarse." 
"Abandona las dudas. El ayer está muerto; los errores del pasado son como el humo arrastrado por el viento." 
"El odio es el padre de todo mal.... sólo puede saborearse la vida cuando uno mira hacia delante y deja la venganza en manos de los dioses." 

David Gemmell -  El arco de plata. / El ocaso de los reyes.



lunes, 15 de octubre de 2018

The wanderer (El errante)




El anónimo poema inglés antiguo conocido como The Wanderer se conserva solo en el Exeter Book, una compilación muy probablemente escrita alrededor del año 975. El poema ofrece un sorprendente lamento en primera persona hablado por un guerrero anglosajón que deambula por el mundo solo después de perder a su señor y compañeros.
Las reflexiones de The Wanderer sobre sus experiencias pasadas de vida no hacen mención de los conceptos abiertamente cristianos, a pesar de la breve narración de encuadre después del monólogo que ofrece un brillo devoto. En cambio, leemos sobre el funcionamiento del destino y las relaciones de dones recíprocos en la sociedad guerrera precristiana. 
The Wanderer tiene elementos de poesía heroica y elegíaca. Como tal, contiene restos de una edad pagana pasada presentada en un paquete posterior a la conversión. 
Paralelos a poemas nórdicos antiguos de la Edda poética conservados en manuscritos de c1270 y posteriores, con énfasis particular en Hávamál ("Dichos del Supremo ", es decir, el dios Odín, conocido por disfrazarse como un viejo vagabundo solitario)

The Wanderer

A menudo al errante, extenuado por el exilio, le llega la piedad de Dios, amor compasivo, aunque, bregando amargamente en mares invernales con el remo batiente en la ola helada, desterrado y desamparado, huyó del Destino. Así dice el errante, recordando miseria, desastres funestos y muerte de su gente:

«A menudo cuando rompía el día, a menudo al amanecer, solo e infeliz lamenté mi desdicha.  Nadie vive, no queda ningún camarada a quien pueda abrirle completamente el corazón. He aprendido ciertamente que la marca de un hombre es mantener el secreto y cerrar los labios, ¡piense lo que quiera! Pues la cuita del corazón no resiste al Destino; un espíritu desfalleciente no gana ayuda. Los hombres ávidos de honor entierran sus penas en lo hondo del pecho.

«Así yo también, a menudo, en la adversidad le he puesto grillos a mis sentimientos, lejos de mi gente,  desterrado y desgraciado, desde los días de antaño, cuando la oscura tierra cubrió el rostro de mi querido señor, y yo zarpé, con el corazón afligido, hacia mares invernales en busca de un señor de oro, por si lejos o cerca vivía uno que me favoreciera con regalo en el salón de hidromiel y consuelo en el tormento.

«Quien la sufre sabe qué amarga compañera, hombro con hombro, puede ser la pena, cuando los amigos ya no están. Su fortuna es el exilio, no regalos de fino oro; un corazón que está helado,  muerta la gracia de la tierra. Y sueña con los hombres del salón, la distribución del tesoro, los días de juventud, cuando el señor daba la bienvenida al brindis y al banquete. Pero ese regocijo ha desaparecido, y nunca más llegará el querido consejo de camarada y rey.

«Incluso en sueños la pena lo asalta, y soñando abraza de nuevo a su querido señor, la cabeza en la rodilla, la mano en la rodilla, postrado lealmente, jurando fidelidad como en tiempos ya remotos. Luego del sueño se despierta solitario, contemplando extensiones grises de proceloso mar, aves marinas bañándose con las alas extendidas, mientras acechan tormentas de granizo y nieve torrencial. Más amargo es entonces el suplicio de su desgracia, la añoranza del amado: se renueva su dolor. Las figuras de los suyos toman forma en el silencio; arrebatado los saluda; con regocijo examina a los viejos camaradas recordados. Pero se desvanecen en el aire sin palabra de saludo que le alegre el corazón. Entonces de nuevo la pena se apodera de él;  y denodadamente empuja a su fatigada alma una vez más a la brega del proceloso mar.

«No hay que maravillarse, por tanto, en todo el mundo, si una sombra acecha mi espíritu cuando medito sobre los destinos de los hombres: cómo uno a uno los altivos guerreros desaparecen de los salones que los conocían, y día a día toda esta tierra envejece y se hunde en la muerte. Nadie puede conocer la sabiduría hasta que muchos inviernos han sido su destino. Un sabio es paciente,  no pronto a airarse ni presto a hablar; ni demasiado débil ni demasiado intrépido en la guerra; ni temeroso ni ávido, ni demasiado deseoso de riqueza, ni demasiado impetuoso en la promesa hasta que conozca el destino. Un guerrero debe aguardar cuando alardea hasta que sepa con seguridad la suerte de su espíritu.

«Un sabio ponderará lo terrible que es ese destino cuando toda la riqueza de este mundo esté arrasada y ruinosa, igual que ahora, en todas partes, por las regiones de la tierra, hay muros cubiertos de escarcha y barridos por los vientos. Las almenas se desmoronan, los salones de vino decaen; tristes y callados los héroes duermen donde la altiva hueste calló junto al muro que defendía. Unos libraron batalla en su largo viaje final; a uno se lo llevó un ave sobre el ondulante mar; a uno lo mató el lobo gris; a uno un doloroso guerrero lamentablemente lo entregó al abrazo de la tumba. El Guardián de los hombres ha arrasado este mundo hasta que el sonido de la música y la fiesta ha callado y estas estructuras construidas por gigantes han quedado vacías de vida.

 «El que medite sobre estas desoladas ruinas y pondere profundamente esta vida tenebrosa, debe cavilar sobre las viejas leyendas de batalla y derramamiento de sangre, y sombrío el ánimo que le agita el corazón: «¿Dónde está ahora el guerrero? ¿Dónde está el caballo de batalla? ¿La donación del tesoro, y la celebración de la fiesta? ¡Ay! la reluciente jarra de cerveza, el guerrero ataviado con la cota de malla, el príncipe en su esplendor... ¡esos días se precipitaron hace mucho tiempo en la noche del pasado como si nunca hubieran existido!» Y ahora solo queda, como monumento a los guerreros,  un muro maravillosamente alto con formas de sierpes talladas. Tormentas de lanzas de fresno han golpeado a los guerreros, carnicería de las armas y del Destino conquistador.

«Las tormentas azotan ahora estas murallas de piedra; la nieve ventosa y la furia del invierno envuelven la tierra; las sombras de la noche caen tenebrosamente amenazantes, desde el norte enviando rabioso granizo con ira sobre los hombres. La desgracia llena el reino de la tierra, y los decretos del Destino trasforman el mundo.  Aquí la riqueza es efímera, los amigos son efímeros, el hombre es efímero, la joven es efímera; ¡todos los cimientos de la tierra fallarán!»

Así habló el sabio reflexionando en soledad. Buen hombre es el que guarda la fe. No debe precipitarse nunca a aliviar el pecho de su pesar, sino luchar con avidez por el remedio. Y dichoso el hombre que busca la misericordia del Padre celestial, nuestra fortaleza y entereza.