jueves, 12 de marzo de 2015

Terry Pratchett, 1948 - 2015.

Josh Kirby .

El humor de Pratchett se basa en la observación sólida, la capacidad de visualizar fragmentos de lo común mediante el microscopio distorsionante de la comedia fantástica para que lo grotesco parezca familiar y lo familiar, grotesco.

« El tiempo es una droga, en cantidades excesivas, mata ».

« A los dioses no les gusta que las personas no trabajen mucho.
Las personas que no están ocupadas continuamente pueden empezar a pensar ».

 « "Hay una puerta". "¿A dónde va?" "Se queda donde está, me parece" ».

« La lógica es maravillosa, pero a veces obtienes mejores resultados pensando ».

« Las últimas palabras de muchos señores antiguos han sido: "No puedes matarme porque llevo una armadura máaaargh"
 Las armaduras mágicas ya no son lo que eran ».

« La gente que no necesitaba a la gente necesitaba a la gente a su alrededor para que se supiera que era el tipo de gente que no necesitaba a la gente ».

« La selección natural se encargaba de que los héroes que, en un momento crucial, tendían a hacerse a sí mismos preguntas como '¿Cuál es mi propósito en la vida?' echaran a faltar muy rápidamente ambas cosas ».

« Los Cuatro Jinetes cuya Cabalgada presagia el fin del mundo son conocidos como Muerte, Guerra, Hambre y Peste. Pero hasta los acontecimientos menos importantes tienen sus propios jinetes. Por ejemplo, los Cuatro Jinetes del Resfriado Común son Moquera, Congestión de Pecho, Napia y Falta de Pañuelos ».

« La verdad puede estar ahí fuera, pero las mentiras están dentro de tu cabeza ».

« Los vivos eran los que no se daban cuenta de que sucedían cosas extrañas y maravillosas, porque la vida estaba demasiado llena de cosas aburridas y mundanas » .

« La historia tiene la costumbre de cambiar a las personas que se creen que la están cambiando a ella ».

« La fe es una de las fuerzas orgánicas más poderosas, puede que no sea capaz de mover montañas, al menos en el sentido literal, pero puede crear a alguien que sí sea capaz de hacerlo ».

« El problema de tener una mente abierta es que la gente insiste en entrar dentro y poner allí sus cosas ».

« No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando ».

«La mayoría de la gente vive su vida como una especie de borrón en torno al punto donde se encuentra su cuerpo,anticipándose al futuro o aferrándose al pasado. Suelen estar tan preocupados con lo que sucederá que sólo averiguan lo que sucede cuando ya ha sucedido. Así son la mayor parte de las personas. Aprenden a tener miedo porque no saben lo que va a suceder. Y ya les está sucediendo ».

« La vida de una persona sí pasa delante de sus ojos antes de morir. El proceso se llama Vida ».

Terry Pratchett,  
(28 de abril de 1948 - 12 de marzo de 2015)  
Creador de la serie de novelas Mundodisco (Discworld) .


sábado, 7 de marzo de 2015

El combate Vikingo.


Había dos vikingos de las islas del sur, llamados Vigbjod y Vestmar, y que salían de expediciones tanto en verano como en Invierno. Poseían ocho barcos, y con ellos habían aterrorizado sobre todo las costas de Irlanda, cometiendo muchos saqueos hasta que Eyvind emprendió la defensa de la costa. Después de esto,se retiraron a Hebrides para saquearlo, y luego entraron en los firths de Escocia. Thrand y Onund salieron en su persecución, y descubrieron que habían navegado hasta una isla llamada Bot. Thrand y Onund fueron hasta allá con cinco barcos, y cuando los vikingos los divisaron y vieron cuantos eran, pensaron que sus fuerzas serian suficientes, así que tomaron sus armas y se dirigieron al ataque. Onund ordeno poner sus naves en un canal profundo pero estrecho, justo en medio de dos grandes rocas, abierto para atacar solo desde un lado, y solo por cinco barcos a la vez. Onund era un hombre muy astuto. Enviando sus cinco barcos a través del canal, con el mar despejado a sus espaldas, podrían retirarse fácilmente remando hacia atrás. Las gentes de uno de los barcos subieron por una de las rocas, llevando consigo pesadas piedras, justo donde los barcos enemigos no podían verlos. Los vikingos entonces se acercaron atrevidos, pensando que sus enemigos habían caído en una trampa. Vigbjod pregunto que quien los había dejado en tan desfavorable situación. Thrand respondió que él era hermano de Eyvind el Oriental, y que el hombre a su lado, su camarada, era Onund Pie de Árbol. Los vikingos se carcajearon, diciendo:

 “Que los Trolls se lleven al pillo Pie de Árbol,
y lo maten incluso con el suelo
¡Que nunca habíamos visto en batalla
Que no pudiera tenerse a sí mismo en pie!

Onund dijo que eso no pasaría hasta que intentaron probarlo. Los barcos entonces avanzaron y se acercaron. Hubo entonces una gran batalla, donde ambos lados pelearon fieramente. En el grueso de la batalla, Onund dio la orden de comenzar a remar hacia atrás. Los vikingos, al ver esto, pensaron que las fuerzas de Thrand estaban huyendo, y comenzaron a remar con todas sus fuerzas para perseguirlos, pasando justo por debajo de la roca en la cual las gentes de Onund estaban aguardando. Ellos comenzaron a lanzar rocas tan grandes sobre los vikingos, que ninguno era capaz de detenerlas ni sostenerlas en el aire. Muchos de ellos murieron, y otros, al quedar heridos, no pudieron seguir luchando. Fue entonces cuando los vikingos intentaron escapar, pero no pudieron, ya que se encontraban en la parte mas angosta del canal, y se vieron impedidos tanto por las pedradas como por los barcos enemigos. Los hombres de Onund atacaron entonces vigorosamente los barcos comandados por Vigbjod, mientras Thrand hacia lo suyo con los barcos de Vestmar, pero con menor efecto. Cuando la mayoría de los hombres de Vigbjod fueron reducidos, los hombres de Onund, y el mismo, se prepararon para abordarlos. Al ver esto, Vigbjod avivo resueltamente a sus hombres. Corrió hacia Onund, y sus hombres lo mismo hicieron. Onund era un hombre de enorme fuerza, y dijo a sus hombres que lo observaran combatir. Ellos empujaron una tabla debajo de su pierna de palo, para que esta estuviera totalmente firme. El vikingo corrió hacia Onund, cortándolo con su espada, y el corte alcanzó el escudo y la tabla bajo la rodilla de Onund, donde esta quedó clavada. Cuando Vigbjod se doblo para retirar su espada de la tabla, Onund le dio un gran golpe en el hombro con su espada, separando su brazo y desarmándolo. Cuando Vestmar vio caer a su camarada, saltó con otros hombres desde su barco al barco donde yacía Vigbjod. Al examinarlo, lo encontraron muerto, pues había expirado hace segundos. Onund miro a los ojos a Vestmar y le dijo:

Sangrantes son las heridas, ¿Acaso me viste escapar?
‘Una Pierna’ de ti no recibió heridas,
Muchos son más valientes en sus palabras que en sus hechos,
Entonces, esclavo, ahora llega tu juicio.

Ellos tomaron una gran cantidad de botín y volvieron a las islas Barra en otoño.
"La Saga de Grettir el Fuerte" Anónimo del Siglo XIV

Documental “Guerreros - Terror Vikingo”, conducido por Terry Schappert,  donde nos enseña los secretos de las distinas artes de combate…

miércoles, 4 de marzo de 2015

La Cacería Salvaje.

Peter Nicolai Arbo "Dead Souls" 1866.

Odín, como dios del viento, era representado también cabalgando velozmente a través del aire, sobre su corcel de ocho patas, lo cual originó el más antiguo de los acertijos del Norte ("¿Quiénes son los que cabalgan hacia la Cosa? Tres ojos tienen entre los dos, diez pies y una cola: así viajan por las tierras"). Y ya que se suponía que las almas de los muertos eran arrastradas por las alas de la tormenta, Odín era venerado como el líder de todos los espíritus incorpóreos. En esta condición, se le conocía generalmente como el Cazador Salvaje y cuando la gente oía el rugido del viento se echaba a gritar ruidosamente en su temor supersticioso, creyendo que le habían visto y oído pasar seguido de su séquito, cabalgando todos ellos sobre corceles jadeantes y acompañados de sabuesos que ladraban. Y el paso de la Cacería Salvaje, conocida también como la Cacería de Woden, la Multitud Furiosa, los Sabuesos de Gabriel (por un rey sueco) o Asgardreia, era considerado un presagio de tantos infortunios como la pestilencia de la guerra.
Se pensaba que si alguien era lo suficientemente sacrílego como para unirse al griterío salvaje con burla, sería arrebatado y arrastrado junto con la desvaneciente multitud, mientras que aquellos que se unían al griterío con implícita buena fe, serían recompensados con el regalo inmediato de una pata de caballo que sería arrojada hasta ellos desde arriba, la cual, si era guardada cuidadosamente hasta el amanecer, sería transformada en un lingote de oro.
Incluso después de la llegada del cristianismo, el folclore nórdico aún temía la llegada de una tormenta, declarando que era la Cacería Salvaje quien surcaba a través de los cielos.
El objetivo de esta cacería espectral variaba con frecuencia y era o bien un jabalí visionario o bien un caballo salvaje, doncellas de pecho blanco o las ninfas de la madera, llamadas Doncellas del Musgo, que se creía que representaban las hojas en otoño que se caían de los árboles y eran llevadas con el ventarrón invernal.
En la Edad Media, cuando el culto a las viejas deidades paganas había sido olvidado parcialmente, el líder de la Cacería Salvaje ya no era Odín, sino Carlomagno, Federico Barbarroja, el rey Arturo o alguien como el señor de Rodenstein o Hans von Hakelberg, los cuales, en castigo por sus pecados, eran condenados a cazar por siempre en los reinos aéreos.


Peter Nicolai Arbo. 1831 –  1892.
Pintor noruego especializado en pintar motivos históricos de la mitología nórdica.


lunes, 2 de marzo de 2015

Cartas al heroe.


Cinco cartas te esperan en cinco nichos horadados en el muro, como cinco altares de piedra. Cada hueco está iluminado por una pequeña lámpara de barro que descansa junto a su carta correspondiente. Todo está colocado con deliberada seducción.

Primera carta al héroe
 «Minos o el muro»
Yo sé bien por qué te has detenido. Deberías haber sospechado que la senda que elegiste tal vez no iba a ninguna parte. Ahora lloras frustrado a los pies de una muralla de piedra que llega hasta el cielo. Has fracasado antes de empezar tu misión.
Ya no lo recuerdas, pero fuiste tú mismo quien, poco tiempo atrás, alzaste tan colosal barrera, preso del terror a tus propias sombras. Como si los fantasmas obedecieran la materia… Como si una montaña de granito pudiera separarte de ti mismo…
Deja ahora de lamentarte. Pareces un rabino golpeando eternamente su frente ante la santa pared. Eleva tus ojos: el templo está del otro lado y te espera. Solo el Dios que habita tu cárcel te revelará la continuación de la senda.
Por lo demás, es bueno tu fracaso. Únicamente se cambia cuando se encuentra un límite y uno se choca de bruces con él.

Segunda carta al héroe
 «Egeo o la puerta»
El guardián de la puerta te espera desde hace una eternidad. Tú le conoces. Se parece a tu padre. Su única misión es asegurarse de que sabes quién eres. Nada más. Permitir tu entrada sin satisfacer esa premisa es entregarte a la locura o a la muerte. No te lo permitirá.
Ahora dudo de que estés preparado. Cuando visitaste el gran templo de Apolo, en el santuario de Delfos, leíste en la piedra del umbral: «Conócete a ti mismo». No era un consejo, era una condición. Por eso, jamás entendiste el mensaje de la Pitia.
Esta noche tendrás que rendir cuentas al guardián de tu laberinto. Ya sabes que la respuesta a sus enigmas no eres más que tú. Me pregunto si sabrás responder con acierto.
Cada pensamiento, cada emoción, vicio, defecto, sueño y anhelo que te configura talla con precisión los dientes de la llave mágica que abre el camino. Un pequeño secreto o un prejuicio inadvertido pueden invalidar el precioso instrumento. Descuida: si logras pasar el ansiado umbral, jamás volverás a ver al buen guardián, pues siempre muere con tus pasos.
Una vez te aconsejé ir ligero de equipaje. Me equivoqué: es desnudo como se nace y se muere. Es en tu desnudez como te reconocerá el custodio del camino. No importa si te avergüenzas o no de ti mismo: la clave es que jamás te escondas.

Tercera carta al héroe
«Dédalo o el camino»
No sé si serás capaz de leer estas líneas sin detener tus pasos.
Dicen que si cierras los ojos al caminar, sientes el ritmo de tus pisadas y de tu aliento entrecortado como si fuera una oración… ¿Es cierto?
Dédalo te enseñó a caminar mirando al suelo, para no tropezar con las piedras y no detenerte jamás. Te dijo que sudarías sangre, que estallarían todas tus ampollas, pero que al caer el sol siempre llegarías a un buen techo.
Ícaro te enseñó a caminar mirando al cielo, dejando volar tu espíritu, respirando la bendita luz que da razón al sendero. Dijo que llorarías de belleza, que te fundirías con los astros y que algún día verías el fin del mundo.
La gota de sudor y la lágrima de emoción se parecen. Cada nuevo paso derrama una de las dos enseñanzas. En su justa alternancia reside el buen camino. No te olvides.
Hoy te han visto pasar solitario por la llanura. Ibas cantando una letanía. Creo que si cierro los ojos te oiré.
Ahora sé que llegarás a tu destino.

Cuarta carta al héroe
«Asterión o el centro»
Hay un lugar en el interior de todo ser humano que no le pertenece. Allí te envío esta carta sin esperanza alguna de que llegues a leerla.
No sé si saldrás victorioso. Te pareces demasiado a tu propio Minotauro y no sabrás cómo acabar con él. Siempre nos dijeron que había que vencer el miedo, que había que ser valientes. Mintieron. Al miedo no se le vence jamás: simplemente se le ama.
Dile al monstruo que ya es tarde, que ya pasó su tiempo, que deseas ser un hombre nuevo y entrégate a su mirada. Tal vez así alcances misericordia.
Me asusta imaginar cómo será el último encuentro. Si vences, por favor, no tardes en regresar. No te detengas ni un segundo más ante la atroz contemplación. Muchos no han regresado por hacerlo.
Y cuando estés de vuelta, no me cuentes nada. Recuerda que solo es verdad lo que no se dice.

 Quinta carta al héroe
«Ariadna o el regreso» 
Ya sé que no entiendes lo que te ha ocurrido en el vientre del laberinto, pero tienes por delante todo un camino de vuelta para ello. Solo comprende el que regresa.
Sabes que Ariadna te espera incondicional y su canto es el hilo que te muestra la salida. Pase lo que pase, no lo sueltes y, sobre todo, no te quedes dentro, ido, dueño de ninguna parte. El Minotauro no necesita más duelo que tu propio nacimiento.
El camino es ahora un espejo de aquel otro recorrido que anduviste con tesón y gallardía. Tú ya no eres aquel pobre héroe. Te costará reconocer el reflejo inverso de tus propios pasos, pero están ahí, marcados a fuego sobre las losas de mármol. Poco importa ya: al volver a pisarlas, tus viejas huellas desaparecen, y pronto no habrá testimonio de ti en el laberinto. El hombre nuevo jamás tiene pasado.
No temas: es la madre quien empuja con fuerza animal al feto en el alumbramiento. Déjate nacer. Y cuando salgas, déjate querer. Solo así se habita en nuestro mundo de agua y de tierra.
La luz es hermosa aquí fuera. Ya lo verás.
Hasta entonces, sobre todo, no sueltes el hilo de la vida.
Suerte.
 "Laberintos
 Jaime Buhigas Tallon.