miércoles, 28 de noviembre de 2018

Canción de muerte de Ragnar Lodbrok.


Breogán Álvarez- Ragnar Lothbrok

Tiembla de frío en su cárcel subterránea. Sólo le cabe adivinar el tiempo que lleva aquí. Podrían ser horas o días. Incluso semanas. Su percepción del tiempo ha desaparecido en la oscuridad.
Un estridente chirrido le hace levantar la cabeza. Le deslumbra el parpadeo amarillo y naranja de una antorcha en el lejano hueco de la parte superior. Se estira hacia la luz. Una mano sostiene un cestillo y vacía su contenido. Algo blando le cae encima. Primero cree que son cuerdas, trozos de soga, que se enredan en sus brazos y hombros, allí donde tocan. Hasta que con un estremecimiento se da cuenta de que son serpientes.
Grita instintivamente, apartando lejos de sí los huidizos reptiles, que se enroscan sobre el suelo junto a los laterales del pozo. Con la respiración agitada se queda quieto para inspeccionarse. No le han mordido. Sus gruesas calzas de piel y la túnica de cuero lo han protegido.
La trampilla da un golpe y la oscuridad vuelve. Las serpientes reptan por los costados curvos del suelo. Como él, ellas tampoco pueden escapar.
Después de algún tiempo, las bisagras vuelven a chirriar. En esta ocasión él se aparta. Ya no espera nada bueno del mundo de arriba.
Para su sorpresa, un columpio desciende. Choca un par de veces contra las paredes curvas del pozo antes de llegar hasta él. Agarra el asiento de madera. Alguien tira del otro extremo de la cuerda…, una llamada impaciente. Con lentitud, como temiendo ser engañado, coloca los brazos a través del nudo corredizo, estira el columpio más abajo, alrededor de su tronco, y empuja el asiento debajo de él.
Enseguida obtiene la recompensa. Las suelas escapan del enlosado. Por un instante se deleita con el soplo de libertad del ascenso. Entonces se ve rodeado por la luz de la antorcha. Unas manos fuertes lo agarran por ambos lados sujetándolo firmemente. Con premura y rudeza cortan su túnica de cuero en pedazos. Revientan sus calzas de piel. Cercenan las tiras de cuero que atan sus zapatos. Al final se encuentra desnudo delante de sus dos guardianes. Aunque las facciones de los hombres se diluyen ante su mirada, acierta a ver que uno de ellos tiene un gran chichón amoratado en la frente.
Las manos tiran de él. Piensa que ahora lo llevarán ante un tribunal, que escuchará las acusaciones inventadas y será condenado según una sentencia pronunciada de antemano. Irá a su encuentro con empeño y desdén. Todo lo afrontará con la cabeza alta. Se reserva una vigorosa respuesta para cuando le pregunten si tiene algo que decir. Se ha preparado para todo, con excepción de lo que va a suceder.
La tierra se abre bajo sus pies. Sin otra reacción que un gruñido de sorpresa desaparece de su superficie. Tras bajar la mitad de la longitud de un hombre, el nudo del columpio se tensa fuertemente en su pecho y en sus axilas al detener la caída. Aturdido cuelga libremente en el aire mientras se da cuenta de que lo han vuelto a meter en el agujero. Un instante después se encuentra otra vez de pie sobre el enlosado. La frialdad de éste sube a través de las desnudas plantas de los pies. Se libera y sigue el vuelo del columpio hacia el cielo. Se protege con la mano de la luz de la antorcha mientras se sorprende de que no hayan cerrado la trampilla de inmediato.
Una antorcha proyecta la sombra de una cesta trenzada. Agitan la cesta hasta vaciar su interior.
Cuando las serpientes lo alcanzan se ve dominado por el pánico. Nota un mordisco que penetra a través de la piel de un tobillo. Después, un nuevo mordisco en el antebrazo. Y un tercero en el muslo.
Sabe que todo ha terminado.
Al abrirse la trampilla por tercera vez apenas tiene conciencia. Su cuerpo entero runrunea y zumba como si tuviera hormigas bajo la piel. Sus párpados están tan hinchados que apenas puede ver. Su garganta, casi obstruida. El hedor del vómito y las deposiciones que no ha sido capaz de retener hace retroceder de manera instintiva a las siluetas de la parte superior. Con su último aliento logra recitar una mezcla de maldición y juramento que había preparado en la oscuridad.
«Si los cerdos supiesen lo que el verraco tiene que padecer —exclamó—, llamarían a la lucha y asaltarían la pocilga».
Yo no estaba presente. Sólo escuché de otro lo que sucedió. Pero estoy convencido de que fue así como Ragnar Lodbrog terminó sus días.
Y su muerte conllevó la caída de un reino.
Lasse Holm Los hijos del rey vikingo. Venganza

“ Las víboras clavaron sus horribles aguijones; Los reptiles anidaron en mi corazón Pero pronto, lo juro, la vara de Vider Se clavará en el pecho de Ella. La ira de mis jóvenes hijos crecerá, Al escuchar como murió su padre; Estos muchachos valientes nunca en paz Descansaran, hasta que yo sea vengado.” 
“Cese mi dolor! Escucha una voz  Del lugar donde las almas marciales reposan; Escucho doncellas de la matanza llamar A quienes me conducirán al palacio de Odín: Viviendo en sus moradas Pronto beberé la bebida de los dioses. Las horas de la vida han pasado; Muero, pero muero sonriendo:”
Krákumál «La canción de muerte de Ragnar Lodbrok»

jueves, 15 de noviembre de 2018

La Academia de la Espada.


Ilustración:Andrey Shishkin.

Entre Siglo XVI y XVIII la esgrima fue conocida como "el arte y la ciencia de la defensa". Los primeros libros sobre la esgrima, se referían al manejo adecuado de las armas, que era una parte integral de la educación de los nobles europeos. El entrenamiento formal en el uso de armas también fue practicado ampliamente por los hijos de la clase media: burgueses, comerciantes y artesanos. Esta democratización de las habilidades marciales se debió en parte a la difusión de libros de esgrima ilustrados, escritos por los principales Maestros de Armas, profesionales de gran prestigio que eran expertos en el uso de armas.
 La mayoría de los libros de esgrima del siglo XVI se refieren a combates entre duelistas sin armadura, pero continúan incluyendo el uso de varias armas diferentes: espada y estoque usados solos o en conjunto con una daga, escudo o incluso una capa en la mano izquierda; el uso de la espada a dos manos, lanza, alabarda y bastón; Y los métodos de combate sin armas. A principios del siglo XVII, el estoque, una espada larga y delgada de empuje, comenzó a dominar como el arma elegida por el caballero, y la mayoría de los libros de la época se dedican cada vez más al uso del estoque solo o con una daga izquierda. A lo largo del siglo, a medida que las técnicas de esgrima civil se volvieron más especializadas y refinadas, el estoque se convirtió en un arma ligera y recortada conocida como la espada pequeña, por alrededor de 1700. La espada pequeña a menudo ricamente decorada, permaneció como parte integral del guardarropa de un caballero hasta que el uso de espadas en entornos civiles pasó de moda a fines del siglo XVIII, cuando las pistolas reemplazaron a las espadas como las armas más utilizadas en los duelos personales. A principios del siglo XIX, la esgrima divergió progresivamente entre el entrenamiento militar y la práctica deportiva, a partir de la cual se desarrolló la moderna esgrima competitiva.



sábado, 10 de noviembre de 2018

Los Hijos del Trueno.



¿Habéis navegado alguna vez en un drakar? No en un knarr panzudo y macizo cargado de mercancía que se revuelca por el mar como un caballo de carga, sino en un ingenio elegante, veloz como el demonio y terrorífico: un barco vikingo. ¿Habéis estado alguna vez en la proa dejando que el viento salado os alborote el pelo mientras las hijas de pelo blanco de Ran se derriten bajo el pecho fuerte y curvo de la bestia? ¿Habéis recorrido la ruta de las ballenas con guerreros de piel ajada por el viento cuya extraordinaria habilidad con el hacha y la espada es un regalo del poderoso Odín, el dios de la guerra? ¿Hombres cuyo trabajo mortífero alimenta al lobo, al águila y al cuervo? Yo he hecho todas estas cosas. Esa ha sido mi vida y aunque repugne (y atemorice, diría yo) a esos seguidores del Cristo Blanco que visten faldones, me he sentido satisfecho con mi sino. Porque ciertos hombres nacen más cerca de los dioses que otros. Junto al pozo de Urd, bajo una de las raíces del gran árbol de la vida Yggdrasil, las Nornas, las hermanas del destino, del presente y el futuro, toman los hilos de la vida de los hombres y los entretejen hasta formar diseños llenos de dolor y sufrimiento, gloria y riquezas, además de muerte. Y sus dedos antiguos deben de haberse cansado al hilar mi vida.
Así pues, leva el ancla. Iza la vieja vela harapienta. El trabajo de mañana está muy lejos y la noche se extiende ante nosotros como el océano iluminado por las estrellas en una noche de primavera. Por tanto..., estamos lejos...
Giles Kristian - Los Hijos del Trueno.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Onna bugeisha



Onna-bugeisha (女武芸者 mujer samurái), es un reducido grupo de esposas, hijas y hermanas de samuráis que desarrollaron actividades bélicas en el Japón feudal.​ Miembros de la clase bushi (samurái) fueron entrenadas en el uso de armas para proteger su casa, familia y honor en tiempos de guerra. A pesar de su escaso número representan una importante e icónica presencia en el antiguo Japón. La Emperatriz Jingu, Tomoe Gozen, Nakano Takeko​ y Hojo Masako​ son los exponentes más característicos de este grupo.
A diferencia de la katana, usada universalmente por sus equivalentes samurái masculinos, las onna bugeisha empleaban como arma más habitual la naginata, una variedad de lanza de hoja curva de gran versatilidad. La preferían sobre todo por su longitud, que permitía compensar la mayor fuerza y tamaño corporal de oponentes masculinos manteniéndolos a distancia. Además, de forma similar al yari, la naginata es muy efectiva en pelea mano a mano y relativamente eficiente contra la caballería. A través de su uso por muchas mujeres samuráis legendarias, la naginata se ha convertido en uno de los símbolos icónicos de la mujer guerrera. Durante el periodo Edo, muchas de las escuelas centradas en el uso de la naginata fueron creadas y mantenidas por mujeres.
Además de la naginata, las onna bugeishas empleaban también armas a distancia como el arco y las flechas, ya que las ventajas masculinas tradicionales como la fuerza física cuentan mucho menos en el combate a distancia.

Tomoe Gozen (巴 御前) (1157–1184) fue una de las pocas guerreras samurái u onna bugeisha en la Historia de Japón, durante el período de las Guerras Gempei (1180–1185).
Según El cantar de Heike: 'Tomoe era especialmente hermosa, de piel blanca, pelo largo y bellas facciones. También era una excelente arquera, y como espadachina era una guerrera que valía por mil, dispuesta a confrontar un demonio o un dios, a caballo o en pie. Domaba caballos salvajes con gran habilidad; cabalgaba por peligrosas pendientes sin rasguño alguno. Cuando quiera que una batalla era inminente, Yoshinaka la enviaba como su primer capitán, equipada con una pesada armadura, una enorme espada y un poderoso arco; y ella era más valerosa que cualquiera de sus otros guerreros.'
Se estima que Tomoe (nombre que significa Círculo perfecto) nació en torno al año 1157 en una familia de samuráis, por lo que, como era costumbre, todas las mujeres de su familia se entrenaron en el manejo de la naginata, lo cual era necesario para proteger el hogar.
Tomoe luchó durante las Guerras Gempei, un enfrentamiento entre los clanes Taira y Minamoto que duró cinco años. En el año 1184 tomó Kioto tras ganar la Batalla de Kurikawa. Cuando finalmente el clan Minamoto venció, su esposo Minamoto no Yoshinaka fue acusado de conspiración por el shōgun Kamakura, Minamoto no Yoritomo, lo que provocó que el Emperador lo declarara enemigo del Estado y lo mandara ejecutar. Según algunas fuentes, Tomoe moriría en la Batalla de Awazu en 1184, donde también moriría su marido. Sin embargo, El cantar de Heike asegura no sólo que Tomoe fue uno de los cinco Kiso que permanecieron con vida al final del duelo, sino que también explica que Tomoe no era esposa de Yoshinaka, sino sólo una asistente. Otras fuentes aseguran que Tomoe fue derrotada por Wada Yoshimori y se convirtió después en su esposa. convirtiéndose en monja tras la muerte de éste. Nunca se ha comprobado la autenticidad de la existencia de Tomoe, salvo lo escrito en El cantar de Heike. Aun así, la tumba de su asistente femenina Yamabuki Gozen sí se ha encontrado, y la mayoría de sucesos narrados en El cantar de Heike son considerados verdaderos por los historiadores.