The Fallen by Tristan Fricker.
La noche en la cara oculta de la Luna es una gloria de estrellas. Sin el Sol ni la Tierra para superarlas, sólo es necesario alejarse de la iluminación humana y el cielo se llenará de brillo; seis mil o más estrellas re veladas a un ojo frente al que no se interpone nada más que una lámina transparente y unos pocos centímetros de aire. Relucen sin titilar en la oscuridad cristalina, y las más brillantes no son todas blancas; muchas arden de un azul acerado, dorado, ámbar o un rojo broncíneo. Las constelaciones ya no son diagramas geométricos, sino más bien huestes en formación, con los planetas ardiendo entre ellas. Las nebulosas se presentan de frente sobre el fondo negro o flotan ligeramente luminosas. De horizonte a horizonte, se arquea el cinturón galáctico, con aspecto más helado que lechoso: un río invernal flanqueado de noche y con islas de oscuridad. Más allá se pueden apreciar sus hermanas más cercanas: las nubes de Magallanes, Andrómeda, vaga e inmensa, y quizá una o dos más vislumbradas a gran distancia. Estás solo con esa visión, en un silencio tan vasto como toda su extensión; muy, muy por debajo, el murmullo de tu cuerpo declara que estás vivo, que eres lo que existe.
Poul Anderson Las estrellas son de fuego.
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