viernes, 3 de noviembre de 2017

simbologia de la espada vikinga.



La espada era el símbolo de la condición de hombre libre, el arma mágica por antonomasia. Los cantos de los bardos y las epopeyas de las sagas han tejido toda una fabulosa guirnalda alrededor de este precioso y personalísimo instrumento de lucha. Siete veces alaba la Edda de Sigurd la espada Gram que brillaba como fuego y era tan afilada que cortaba un copo de lana arrastrado por la corriente del río. Egil Skallagrimsson alaba en su Dragrawantil, un mito sueco, la espada Tyrfing, forjada por enanos y que la doncella Herwör arrebató, después de muchas peripecias, de las manos del héroe, apartándola de los campos de la guerra y la rapiña eternas.
Los vikingos profesaban un verdadero culto a sus espadas; les conferían nombres pomposos, altisonantes y esclarecidos, amaban el centelleante acero con fervor religioso e hinchaban su sangrienta poesía de las espadas con alusiones eróticas capaces de hacer creer que los poseedores de las espadas no se separaban nunca de sus armas e incluso se acostaban con ellas.
La ciencia no sólo dispone de impresiones poéticas, sino de abundante material. Sólo en tierra noruega se han encontrado más de dos mil espadas nórdicas. Tal abundancia ha permitido a los arqueólogos establecer una clasificación de tipos de espadas con más de veinte grupos distintos. Pero todas tienen una característica común: la hoja recta, terminada en pico y casi siempre de dos filos y en cuyo centro hay excavado un canal liso o ranura.
Las mejores hojas procedían de la Renania franca (sobre todo en el «triángulo de hierro» entre Colonia, Solingen y Siegen) dónde en aquellos tiempos trabajaban los mejores forjadores de armas de toda Europa. Los fabricantes de espadas renanos producían un acero de primera calidad y dominaban también el arte del damasquinado. Las hojas de acero las producían (según la descripción técnica de James Mann) «mediante la fusión de diversos metales colocados en delgadas capas, unos encima de otros y luego martilleados hasta que se producía un conjunto uniforme».
Con las espadas procedentes de estas fábricas, hojas hermosas y deslumbrantes, no podían competir los talleres nórdicos de aquel tiempo. Además fabricaban los adornos y los aditamentos necesarios. La especialidad era el grifo decorado según la riqueza y posición del comprador, esto es, cincelado, plateado, dorado y con incrustaciones, Por eso la espada ideal de un gran hombre vikingo se componía de una hoja franca y de un grifo nórdico. La vaina era de madera reforzada con cuero y se colgaba al cuerpo con correas y hebillas. De un cinto de cuero colgaba también el puñal de hierro de un solo filo que el vikingo llevaba siempre consigo y que para el guerrero era la ultima ratio en la lucha cuerpo a cuerpo.
Rudolf Pörtner,  Die Wikinger-Saga.

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