domingo, 1 de septiembre de 2019

Breve Saga de Jókul hijo de Bard.



Jókul hijo de Bard (Jökuls þáttr Bárðarsonar)

En la Saga de Ólaf el Santo, donde figura esta breve anécdota sobre cómo el rey perdió su mejor barco, el Bisonte (Vísundr), y luego lo recuperó. La historia parece incidir en el tópico del «ríe mejor quien ríe el último». Digamos de pasada, sin embargo, que no sólo el barco sino también su reino los perdió en aquella ocasión, y que si el barco sí pudo recuperarlo, no así el reino, pues fue muerto poco después en la batalla de Stiklastádir («sitios del Stikl», un río), en el fiordo de Trondheim.


 El Jarl Hakon (Éirik, un nieto de Hakon Jarl el Grande.) salió con su flota del fiordo de Trondheim y se dirigió al sur a Mor en pos del rey Ólaf, como ya se ha escrito. Cuando el rey buscó refugio por aquellos fiordos, el jarl se adentró por ellos tras él. Se le unieron entonces Kalf hijo de Arni y otros más que habían desertado del rey Ólaf. Kalf fue muy bien recibido. El jarl se adentró hasta donde el rey había dejado varados sus barcos en tierra, que era en Valldal, en Todafiord. El jarl se adueñó de los barcos que abandonó allí el rey, los echó al agua y los puso a punto para navegar. Se sorteó entre sus hombres quiénes los mandarían.
Uno de los hombres del jarl se llamaba Jókul, islandés él, hijo de Bard, hijo de Jókul de Vatnsdal. Le tocó en suerte a Jókul mandar el Bisonte, el barco que el propio rey Ólaf había mandado. Jókul recitó entonces esta estrofa:

«En Sult a mí me tocó, me dicen, mandar el barco:
el reno del prado de proas yo llevaré en tempestades,
el barco, grande, que el rey por peñas condujo de Haki,
pues él, señor generoso, vencido fue este verano».

 Pronto se cuenta aquí lo que curiosamente ocurrió más tarde, y es que Jókul topó con la gente del rey Ólaf en Gotlandia, y fue allí hecho preso. El rey mandó que le cortaran la cabeza. Le ataron una cuerda a los pelos, y un hombre la sujetaba. Sentaron a Jókul en una loma, y un hombre se dispuso a matarlo. Pero cuando Jókul oyó que el hacha caía, enderezó el cuerpo, y el hacha le fue a dar en la cabeza  (y no en el cuello, que lo habría matado al instante.) haciéndole una gran herida. Vio el rey que era mortal, y dijo que lo dejaran ya. Jókul se incorporó y recitó esta estrofa:

«¡Mucho la herida duele! ¡Estuve a menudo mejor!
El rojo licor abundante me brota del tajo abierto;
la sangre me borbotea; glorioso el rey en su yelmo
¡supe mostrarme bravo! en mí descargó su furia».

Murió luego Jókul.

Luis Lerate de Castro Sagas cortas islandesas

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