sábado, 27 de febrero de 2016

Mjolnir.

 Mårten Eskil Winge - Thor's Battle Against the Jötnar (1872)

El martillo Mjolnir es sin duda uno de los objetos más conocidos de todo el paganismo germánico, y cuando el cristianismo empezó a amenazar seriamente su pervivencia, el uso de Mjolnir como alternativa pagana a la cruz de Cristo se acentuó, aunque también hubo intentos de asimilación de uno en otro, quizá porque un dibujo en forma de cruz había sido una de las alternativas tradicionales al martillo o la esvástica de Thor. La asociación de Thor con su martillo es incluso más importante que la de Odín con la lanza, y el nombre del martillo es muy antiguo, tanto que no están claras ni su etimología ni su significado, aunque probablemente quiere decir algo así como «Chispeante», en referencia al rayo. Está emparentado con armas similares de otros dioses indoeuropeos y también con el hacha de los grabados rupestres. Seguramente, al martillo, a través del hacha, se llegaría a partir de las «piedras del trueno», hachas de piedra del Paleolítico o el Neolítico, o bien de los fósiles: piedras todas ellas de extrañas formas, que no podían ser naturales pero tampoco se reconocían como obra humana. La presencia de uno de estos objetos en el suelo indicaba el lugar donde había caído un rayo, y la muerte o las heridas en una tormenta se debían a la caída precisa de esas piedras: igual que podemos herir con una piedra, un hacha o un martillo, quienquiera que haya lanzado el rayo ha arrojado con él una piedra que fue la encargada de causar el mal. Porque, no lo olvide, la naturaleza del rayo no se empezó a comprender hasta finales del siglo XVIII. Además, al golpear una piedra con otra saltan chispas y se escucha un ruido, de modo que el rayo y el-trueno deben de ser fruto de algo parecido pero en el ámbito sobrenatural. Sin duda, ahí arriba hay alguien que hace lo mismo que nosotros, pero sus acciones son mucho más violentas y sus repercusiones sobre los pobres mortales necesariamente más graves. El rayo mata a distancia, pues no podemos ver a quién lo arroja, así que debe de estar muy lejos; y caen uno tras otro, lo que debe significar que su dueño tiene muchos o, lo que es lo mismo, que puede recuperarlos al instante: características típicas de Mjolnir. Además, las piedras del trueno son pequeñas, pueden llevarse en cualquier sitio y nos resulta difícil imaginar que algo tan aparentemente insignificante haya sido capaz de rajar un árbol, matar todo un rebaño de ovejas o un grupo entero de personas. Ese tamaño ha de ser mera apariencia, y disimula algo mucho más grande y poderoso.

Enrique Bernárdez - los mitos germanicos.

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