Ilustración: Cliff Nielsen
Las fylgiur (el singular es fylgia) son lo más cerca que llegaron los escandinavos del concepto de un «alma» distinta del cuerpo, creencia muy tenue y reciente, que seguramente nunca existió en Inglaterra o el continente y que puede deberse en parte a influencia romana, aunque no es nada desdeñable la posible aportación de las ideas chamánicas de saami y fineses, bien conocidas por los escandinavos: parece que en vida, y sólo entonces, una parte de la persona podía abandonar el cuerpo y aparecer en otro sitio. El caso es que la fylgia de una persona puede aparecerse, normalmente en figura de mujer pero también de animal, y esta aparición suele anunciar una muerte inminente. Claro que no todo el mundo es capaz de ver a una fylgia: se trata de una capacidad limitada a ciertas personas, aunque sin la especialización de los médiums de hoy día. Como la fylgia de una persona puede pasar a algún pariente, lo mejor es considerarla no tanto «alma» individual sino espíritu familiar, aunque si una de las etimologías propuestas para este nombre fuera correcta, el elemento individual parecería claramente prioritario.
La etimología nos ofrece dos posibilidades que lingüísticamente son igual de válidas: a partir de un verbo «acompañar», lo que caracterizaría a este espíritu como «acompañante», idea bastante adecuada porque cada persona está determinada por su propia fylgia a lo largo de toda su vida. La alternativa es un término, fylgia precisamente, que significa «placenta» y cuya importancia folclórica y también religiosa es tal que no hace falta ni siquiera comentarla: raro es el pueblo que carece de ritos, ceremonias o supersticiones sobre esta extraña sustancia que acompaña a todo nacimiento y cuya función, como es lógico, resultaba completamente desconocida hasta hace un instante en la historia de la humanidad. De ahí la posibilidad de considerarla como algo especial, relacionado con lo sobrenatural, y, puesto que está ahí cada vez que nace una criatura, es de esperar que la acompañe toda su vida, sea parte de ella y, de alguna forma, «defina su esencia». Y todo eso, en efecto, es lo que se atribuía a la fylgia.
Los otros espíritus tutelares, a la vez familiares e individuales, reciben en Escandinavia el nombre de hamingiur (singular hamingia). No es fácil diferenciarlas de las fylgiur, pero la hamingia está, diríamos, más «especializada», y viene a ser como la buena o mala suerte que acompaña a una persona y, por todo lo que ya sabemos, también a una familia. La palabra significa simplemente «fortuna», aunque existe otra hamingia bastante distinta en su origen, si bien en la Escandinavia medieval debió de haber ya cierta confusión al respecto. Esta segunda hamingia procedería de una forma más antigua,ham-gengia, y significaba «que cambia de forma» o «que va por ahí en la forma o apariencia que le conviene». Es una creencia y tradición de carácter muy antiguo que aparece constantemente en los textos medievales.
La etimología nos ofrece dos posibilidades que lingüísticamente son igual de válidas: a partir de un verbo «acompañar», lo que caracterizaría a este espíritu como «acompañante», idea bastante adecuada porque cada persona está determinada por su propia fylgia a lo largo de toda su vida. La alternativa es un término, fylgia precisamente, que significa «placenta» y cuya importancia folclórica y también religiosa es tal que no hace falta ni siquiera comentarla: raro es el pueblo que carece de ritos, ceremonias o supersticiones sobre esta extraña sustancia que acompaña a todo nacimiento y cuya función, como es lógico, resultaba completamente desconocida hasta hace un instante en la historia de la humanidad. De ahí la posibilidad de considerarla como algo especial, relacionado con lo sobrenatural, y, puesto que está ahí cada vez que nace una criatura, es de esperar que la acompañe toda su vida, sea parte de ella y, de alguna forma, «defina su esencia». Y todo eso, en efecto, es lo que se atribuía a la fylgia.
Los otros espíritus tutelares, a la vez familiares e individuales, reciben en Escandinavia el nombre de hamingiur (singular hamingia). No es fácil diferenciarlas de las fylgiur, pero la hamingia está, diríamos, más «especializada», y viene a ser como la buena o mala suerte que acompaña a una persona y, por todo lo que ya sabemos, también a una familia. La palabra significa simplemente «fortuna», aunque existe otra hamingia bastante distinta en su origen, si bien en la Escandinavia medieval debió de haber ya cierta confusión al respecto. Esta segunda hamingia procedería de una forma más antigua,ham-gengia, y significaba «que cambia de forma» o «que va por ahí en la forma o apariencia que le conviene». Es una creencia y tradición de carácter muy antiguo que aparece constantemente en los textos medievales.
Enrique Bernárdez.
Los mitos germánicos
Muy interesante... Se me acaba de abrir un mundo entero con esto de los espíritus animales familiares, sabes de algún ritual o ceremonia para establecer contacto con esta esencia tan unida a todo nacimiento?
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