El Rey de Thule
(Der König in Thule)
Hubo en Thule un Rey amante,
Que a su amada fue constante
Hasta el día en que murió;
Ella, en el último instante,
Su copa de oro le dio.
El buen Rey, desde aquel día,
Sólo en la copa bebía,
Fiel al recuerdo tenaz,
Y al beber humedecía
Una lágrima su faz.
Llegó el momento postrero
Y el hijo su reino entero
Cedióle, como era ley:
Sólo negó al heredero
La copa el constante Rey.
En la torre que el mar besa.
Por orden del Rey expresa
(Tan próximo ve su fin),
La corte, en la regia mesa,
Gozó el último festín.
En postrer soplo el anciano
Moribundo soberano
Apuró sin vacilar,
Y con enérgica mano
arrojó la copa al mar.
Con mirada de agonía,
la copa que al mar caía,
Fijo y ávido siguió,
Vio como el mar la sorbía,
y los párpados cerró.
J.W. Goethe (1749 - 1832)
Hubo en Thule un Rey amante,
Que a su amada fue constante
Hasta el día en que murió;
Ella, en el último instante,
Su copa de oro le dio.
El buen Rey, desde aquel día,
Sólo en la copa bebía,
Fiel al recuerdo tenaz,
Y al beber humedecía
Una lágrima su faz.
Llegó el momento postrero
Y el hijo su reino entero
Cedióle, como era ley:
Sólo negó al heredero
La copa el constante Rey.
En la torre que el mar besa.
Por orden del Rey expresa
(Tan próximo ve su fin),
La corte, en la regia mesa,
Gozó el último festín.
En postrer soplo el anciano
Moribundo soberano
Apuró sin vacilar,
Y con enérgica mano
arrojó la copa al mar.
Con mirada de agonía,
la copa que al mar caía,
Fijo y ávido siguió,
Vio como el mar la sorbía,
y los párpados cerró.
J.W. Goethe (1749 - 1832)
Algunas variaciones en la version de Schubert
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