25 Aniversario de la muerte de Cliff Burton.
(10/Febrero/1962 - 27/Septiembre/1986)
En la madrugada del sábado 27 de septiembre, los integrantes del tour
Damage, Inc. emprendieron el camino de Estocolmo a Copenhague. El primero en
abandonar el aparcamiento del Solnahallen fue el autobús de Metallica, donde
los cuatro músicos y su equipo se entretenían viendo un vídeo antes de irse
a dormir a unas literas con las dimensiones de ataúdes. Cuarenta y cinco
minutos después, un camión que cargaba los instrumentos y los altavoces
abandonó la capital de Estocolmo rumbo también a la frontera danesa. Dentro
del primer vehículo, Kirk Hammett y Cliff Burton dejaban que las cartas
decidieran quién iba a dormir en la litera que tenía ventana.
«La primera carta que sacó Cliff fue el as de picas, y me miró y me dijo:
“Quiero tu litera”. Yo le dije que muy bien, que me iría a dormir delante y
que casi lo prefería».
Varias horas después, a las seis y media de la mañana de ese 27 de
septiembre, el autobús recorría la E4, una carretera entre las localidades
suecas de Ljungby y Värnamo. Cerca de cuatro kilómetros al norte de Ljungby,
el autobús comenzó a ladearse hacia la derecha, algo que el conductor
intentó corregir dando un volantazo en la dirección contraria. Esta maniobra
provocó que las ruedas traseras del vehículo aún se deslizaran más hacia la
derecha. En ese punto, los jóvenes que dormían en el interior se despertaron
sobresaltados por el ruido de los neumáticos chirriando sobre el frío
asfalto.
El autobús de Metallica estuvo derrapando durante no más de veinte segundos,
y la inercia hizo que el vehículo terminara volcándose sobre su lado derecho
en una zanja al lado de la carretera. En la oscuridad total del interior,
las literas que contenían a unos hombres perplejos y semidesnudos cayeron
unas sobre otras. Y dentro de la conmoción que siguió, unos cuantos pudieron
abrirse paso hasta la primera luz de la mañana a través de una puerta
lateral (el vehículo lo había suministrado Len Wright Travel, y era de
fabricación británica, por lo que tenía la puerta en el lado izquierdo). El
tour mánager Bobby Schneider permaneció dentro del autobús hasta que dio la
impresión de que todos los ocupantes habían conseguido salir sanos y salvos.
«Salí despedido de mi litera y me quedé sin sentido durante unos tres o
cuatro segundos —recuerda Hammett—. Cuando volví en mí, oí gritar a todo el
mundo, pero no oí la voz de Cliff. Y de inmediato supe que algo iba mal».
El aturdido grupo se reunió en un lado de la carretera e intentó hacerse
cargo de la situación. Hetfield y Hammett estaban muy alterados, pero solo
habían sufrido heridas superficiales; Ulrich tenía un dedo del pie roto. Muy
pronto algo atrajo la atención de los tres hombres: los gritos de otras
personas, que escudriñaban hacia un punto por debajo del autobús, mientras
señalaban con los dedos. Como en una horrible recreación de una escena de El
mago de Oz, sobresaliendo por debajo del vehículo siniestrado, se veían las
piernas de Cliff Burton.
«Lo vi con el autobús encima de él —recuerda James Hetfield—. Las piernas
salían hacia fuera. Me entró el pánico. El conductor, me acuerdo, estaba
intentando tirar de una manta que había debajo de él, para echársela a algún
otro. Yo le grité: “¡No hagas eso, joder!”. Ya tenía ganas de cargarme a ese
tipo. No sé si estaba borracho o si se encontró con una placa de hielo o
algo. Lo único que sabía es que él estaba al volante y Cliff ya no estaba
entre nosotros».
En los minutos siguientes, Hetfield supo de boca del conductor mismo que el
autobús había resbalado a causa del hielo. Mientras el grupo esperaba a la
primera de las siete ambulancias que trasladaron a los heridos al hospital,
el cantante de Metallica rastreó la carretera en busca de restos de hielo,
sin encontrar nada.
«Recuerdo ir en ropa interior y con calcetines, y andar durante kilómetros
para ver si veía algo de hielo negro, y al final regresé y pregunté: “¿Dónde
está el hielo? No veo absolutamente nada…” —explica Hetfield—. Y me entraron
ganas de matar a ese tipo. Iba a acabar con él allí mismo».
Siguiendo un procedimiento rutinario, la policía sueca arrestó al conductor
en cuanto se personó en el lugar del siniestro y el cadáver de Burton fue
retirado para que lo sometieran al examen forense. Se canceló su pasaporte
—con el número E 159240—, y se envió por correo a sus padres en el norte de
California.
Tras recibir el alta en el hospital, los tres miembros supervivientes de
Metallica pasaron la noche del 27 de septiembre en el hotel Terraza de
Ljunby. A medida que se difundía la noticia del accidente, un gentío comenzó
a congregarse en la entrada del hotel. Antes en el hospital, habían sedado
al traumatizado Hetfield con fármacos que no sirvieron de mucho para atenuar
el dolor. En la habitación del hotel, la pena a flor de piel dio paso a la
ira ciega, y el cantante comenzó a destrozar todos los objetos a tiro. Más
tarde salió a las calles de Ljungby sin saber muy bien lo que hacía. Los
otros clientes del hotel oyeron al americano gritando: «¿Cliff? ¿Dónde
estás, Cliff?».
Con su eficacia habitual, Peter Mensch voló inmediatamente de Nueva York a
Dinamarca para tratar de gestionar la situación. Se metió a Hetfield y
Hammett en un avión con rumbo a la Bay Area, mientras que Ulrich se quedó en
Dinamarca para estar con su familia. En una conversación con Fia Persson,
del periódico sueco Expressen, el batería contaba que se había despertado en
su litera cuando el autobús comenzó a patinar y que entonces había «sido
zarandeado violentamente dentro [del vehículo]».
«Había una oscuridad total, y daba la impresión de que aquello no iba a
parar de dar vueltas —recordaba—. Pero al final se detuvo y me abrí paso
como pude para ponerme a salvo. Tenía miedo de que el autobús estallara.
»Después de un rato oí voces que pedían auxilio desde el interior
—continuaba—. Era Flemming, nuestro técnico de batería danés. Pensé en
trepar para ayudarle, pero entonces es cuando me di cuenta de que me había
roto algo y de que apenas podía andar».
La pregunta impronunciable que sobrevolaba en el aire era si los Metallica
intentarían seguir como grupo tras el fallecimiento de su bajista. Ulrich
respondió respetuoso pero terminante: «No conozco a nadie que toque el bajo
como lo hacía él», antes de añadir: «Va a ser muy raro cuando nos subamos a
un escenario por primera vez con otro bajista».
La mañana del lunes siguiente a la muerte de Burton, el periódico regional
sueco Smallanniggen apareció con este titular en la portada: ESTRELLA DEL
ROCK MUERTA. El artículo informaba a los lectores de que «la gira europea de
la banda de hard rock estadounidense Metallica terminó trágicamente este
sábado por la mañana, cuando el grupo sufrió un accidente mortal en la
carretera E4, a la altura de Dorarp». El periodista relataba luego que el
conductor del autobús «creía que había una zona con hielo, y que debido a
eso el vehículo se había deslizado hasta salirse de la vía. Pero no se
encontraron placas en el pavimento».
Nacer, crecer, Metallica, morir
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