viernes, 28 de agosto de 2015

Saga de Egil Skallagrimsson.


 Odín fue espectador de los muertos y el fragor.
Las espadas sonaban que escudos golpeaban,
feroz lucha surgió cuando el rey atacó; 
entonces se oía, la sangre corría,
de armas el estruendo como olas rompiendo.
Una malla de lanzas allá se abalanza, 
golpean con pujanza, chocan sin erranza;
de sangre ya llenos están los terrenos, 
las olas, quietas, las banderas, prietas.
Los hombres caían, los dardos les herían;
su fama se acrece, así el rey lo merece,
se rompe el hierro fiel sobre el azul broquel.
Quebróse el acero contra el hierro fiero,
la punta ensangrentada chocó contra otra espada.
La que pende del tahalí mató a tantos allí,
de Odín los guerreros en el juego murieron.
Grande fama ganaba cuando el dardo sonaba;
la espada tajaba, y Eirik se agrandaba.
Tiñó el jefe la espada en sangre, devorada por cuervos, 
era hallada la carne destrozada por lobos,
y la lanza a Hel guerreros lanza,
de Escocia el adversario nutre así al sanguinario:
Devora de la herida el néctar de la vida en los muertos anida,
la boca enrojecida volaba la corneja, bebía sangre bermeja,
el lobo desgarraba la carne que sangraba.
Quedó alegre por cierto el asesino experto:
al lobo entrega el muerto, junto al mar abierto.
(Saga de Egil Skallagrimsson, Snorri Sturluson.Siglo XVII)

No hay comentarios:

Publicar un comentario