viernes, 30 de marzo de 2018

El escudo de Aquiles.

Charles-Antoine Coypel - Fury of Achilles - 1737.

  La descripción más antigua de lo que hoy denominaríamos geografía griega aparece en la obra del poeta al que Estrabón califica como «el primer geógrafo»: Homero, cuyo poema épico la Ilíada suele datarse en el siglo VIII a. C. Al final del libro, cuando la guerra entre griegos y troyanos alcanza su punto culminante, Tetis, la madre del guerrero griego Aquiles, le pide a Hefesto, el dios del fuego, que le proporcione a su hijo una armadura con la que combatir a su adversario troyano, Héctor. La descripción que hace Homero del «enorme y poderoso escudo» que Hefesto fabrica para Aquiles constituye uno de los más antiguos ejemplos literarios de «écfrasis» (ekphrasis), la descripción vívida de una obra de arte. Pero también se puede ver como un «mapa» cosmológico, o lo que un geógrafo griego denominaría kosmou mimema, o «imagen del mundo», una descripción moral y simbólica del universo griego, en este caso compuesto por cinco capas o círculos concéntricos. En su centro estaban «la tierra, el cielo, el mar, el sol infatigable y la luna llena, y las estrellas que el cielo coronan». Al desplazarse desde el centro hacia el borde, el escudo representaba «dos hermosas ciudades de hombres mortales», una en paz, la otra en guerra; la vida agraria, mostrando la práctica de la arada, la cosecha y la vendimia; el mundo del pastoreo, con «vacas de erguida cornamenta» y «ovejas de blanca lana», y, finalmente, «la poderosa corriente del río Océano» fluyendo «en la orla del sólido escudo»
Aunque es posible que la descripción que hace Homero del escudo de Aquiles no infunda de inmediato en el lector moderno la idea de un mapa o de un ejemplo de geografía, las definiciones griegas de ambos términos sugieren lo contrario. En sentido estricto, Homero proporciona una geografía —una descripción gráfica de la Tierra— que proporciona una representación, en este caso simbólica, de los orígenes del universo y el lugar de la humanidad en él. También se atiene a las definiciones griegas del mapa como pinax o periodos ge: el escudo es tanto un objeto físico en el que se han inscrito palabras como un circuito de la Tierra, circunscrita a los límites de «la poderosa corriente del río Océano», que define el límite (peirata) de un mundo potencialmente ilimitado (apeiron). Los posteriores comentaristas griegos considerarían que la descripción de Homero proporcionaba no solo una geografía, sino también una historia de la propia creación: una cosmogonía. Hefesto, dios del fuego, representa el elemento básico de la creación, y la construcción del escudo circular es una alegoría de la formación de un universo esférico. Los cuatro metales del escudo (oro, plata, bronce y estaño) representan los cuatro elementos, mientras que sus cinco capas corresponden a las cinco zonas de la tierra.
Además de una cosmogonía, el escudo de Aquiles es también una descripción del mundo conocido tal como este se le aparece a alguien que mira hacia arriba desde el horizonte y observa el cielo. La Tierra es un disco plano, rodeado de mar por todas partes, con el cielo y las estrellas encima, y el Sol saliendo por el este y poniéndose por el oeste. Tal era la forma y extensión de la «ecúmene» (oikoumene), el término que en Grecia designaba el conjunto del mundo habitado. Este tiene su raíz en el griego oikos, la «casa» o «espacio donde se mora». Como la propia palabra indica, la antigua percepción griega del mundo conocido, como las de las comunidades más arcaicas, era primordialmente egocéntrica, emanando hacia fuera desde el cuerpo y el espacio doméstico que lo sustenta. El mundo empezaba en el cuerpo, estaba definido por el hogar y terminaba en el horizonte; todo lo que había más allá era el caos ilimitado.
Jerry Brotton


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